El vino, cuyo vocablo proviene del latín vinum, es una bebida obtenida de la mediante la fermentación alcohólica del jugo; este proceso ocurre por la acción metabólica de levaduras que transforman los azúcares del fruto en alcohol etílico y gas en forma de dióxido de carbono.
El azúcar y los ácidos que posee la fruta hace que sean suficientes para el desarrollo de la fermentación, no obstante el vino suma un conjunto de factores ambientales como el clima, la latitud, la altitud, horas de luz y la temperatura, etc.
Aproximadamente un 66% de la recolección mundial de la uva se dedica a la producción vinícola mientras el resto es para su consumo como fruta. A pesar de ello el cultivo de la vid cubre tan sólo un 0.5% del suelo cultivable en el mundo; el cultivo de la vid se ha asociado a lugares con clima mediterráneo. La producción mundial de vino se aproxima a los 40,000 millones de botellas por año.
Aunque hay dos tipos básicos de uva, las rojas y las blancas, existen cientos de variedades de cada una de ellas. Además, la fruta se distingue de la mayoría por su extraordinaria gama de colores, sabores y aromas, de acuerdo con la variedad empleada; las uvas también varían según el clima, la topografía y el suelo en el que crecen, además de las diferencias en las técnicas de cosecha, tiempo de añejamiento, etc., lo cual da como resultado muchos tipos de vinos que hoy en día se ofrecen en el mercado.
Bajo ciertas circunstancias, el proceso de fermentación produce bióxido de carbono en exceso lo que genera en el vino cierta efervescencia y produce mayores posibilidades de variedad.
De acuerdo con los cánones, la temperatura a la que se sirven las bebidas o los alimentos no influye en su valor alimenticio pero suele marcar la diferencia en cuanto al gusto individual. Esto es especialmente cierto cuando se refiere a sustancias de sabor complejo y sutil, y se aplica en particular a los vinos.
Nuestro sentido del gusto es menos sensible que el del olfato, por esa razón nadie es capaz de oler o saborear algo cuando sufre un resfriado severo. Las sustancias calientes liberan sus aromas con más facilidad que las frías, y a mayor sutileza y complejidad de los sabores, más importante es la temperatura.
El vino tinto tiene mayor peso molecular, lo que significa que libera vapores con más dificultad que el vino blanco; cuanto más cuerpo tenga un vino, la liberación completa de su bouquet dependerá de una temperatura más cálida. Por el contrario, cuanto más ligero y dulce sea el vino, sus cualidades resaltarán más si se le enfría ligeramente.
El gusto personal juega un papel importante, pero se considera que decir "a la temperatura ambiente" significa entre 15 y 20°C. A una temperatura más alta, el olor que desprende el alcohol al evaporarse puede enmascarar el sutil aroma del vino.
Los vinos reciben el nombre de la uva que se usa para producirlos; existen cuatro básicos: el Merlot que se usa para hacer el vino que actúa como "vino de inicio" para los bebedores de vino tinto, el “Cabernet sauvignon” francés cuyo añejamiento adecuado va de cinco a diez años; el Zinfandel característico de California, el cual acompaña platos como la carne asada y la pizza, y el Syrah, cuya uva producen un vino con sabor a frutas, notas de especias y un complemento cálido de alcohol.
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