Nunca me tomé una copa con él.
Tampoco un café.
Y nunca estuve en una de sus fiestas, salvo en dos o tres presentaciones de libros.
No obstante, me lo encontraba con frecuencia en la calle y cruzábamos una cuántas palabras.
Siempre amable, gentil, con su eterno sombrerito en la cabeza.
Curiosamente, tampoco jamás hablamos de literatura, sino de la vida, del tiempo en que vivíamos, de naderías para muchos.
Pero fui un buen lector de su revista, de sus artículos, de su poesía y de sus libros.
Algo nos hermanaba.
Iniciamos de muy jóvenes, el más que yo, proyectos culturales que tuvieron distintos destinos. El mío desapareció por mi falta de experiencia empresarial, el de él sigue vivo porque entregó su vida sin resabios a mantenerlo sano, aunque financieramente muchas en muchas ocasiones las cuentas del papel y la impresión las cubría con trabajo.
Afortunadamente, otros locos enfebrecidos como él lo seguían como a un iluminado en sus correrías, colaboraban sin paga de por medio y aportaban de su bolsillo para que salieran las fiestas que organizaba, donde todo era una fiesta por la vida en la cuerda floja de la existencia.
Se comprometió a cambiar el mundo desde su pequeña trinchera y hoy podemos decir que cumplió con creces su propósito; el mundo subterráneo, contestatario y gozoso en el que eligió vivir y que gracias a él pudimos atisbar.
Partió de este mundo con una gran sonrisa y, dicen, celebrando la vida en la última de sus fiestas.
Igual que muchos ya lo han recordado, desde ahora lo propongo para recibirnos post mortem el Premio de Periodismo de la próxima Feria Internacional del Libro de Guadalajara; un premio concebido por él y que sería muy bueno entregarle, como reconocimiento a su labor de promotor de la cultura y de difusión de una literatura y de expresiones artísticas: dibujo, pintura, teatro, etcétera, que de otro modo no hubieran sido conocidas por nosotros.
Muchos se van de este mundo mentando madres, tú elegiste irte cuando te dio la gana y compartiendo con tus amigos y tu familia celebración de tu vida.
¿Sabes? Algo que te dará gusto: revistas, periódicos, medios electrónicos y redes sociales dieron cuenta de tu perdida de modo abundante y con lujo de detalles. Un homenaje a la altura de las amistades y la fama que sembraste.
Espero volver a encontrarte, amigo Carlos Martínez Rentería, para echarnos esta vez sí una botella de tequila y platicar de tu Revista más reciente.
Para ti, por esa plática que siempre quedó pendiente; donde quiera que te encuentres, amigo:
La vida es así
Una mota de polvo
En la noche incierta que
No cesa de latir
Y de pronto
Al caer el alba
De golpe se interrumpe
Igual que los sueños desbocados
De cuando éramos niños
Igual que un hachazo del perfume
de la nada
Donde nada es verdad
Salvo esa rara sensación de
Estar hablando a solas con uno mismo
En medio de un mar de gente enfebrecida que corre por correr
Hacia donde nadie la espera
La muerte es así, como la vida:
Un apurado salto de garrocha
De la nada hacia la nada
Y ni el polvo de los zapatos queda
Por José Luis Morales Baltazar
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