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  • Laura Meléndez

La leyenda más grande de los Juegos Olímpicos nació hace 111 años: Jesse Owens

Los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936 vivieron momentos épicos en la historia de las justas veraniegas, cuando, ganó fama internacional, un deportista considerado por muchos como “el mejor y más reconocido atleta de la historia”; Jesse Owens.

 

James Cleveland Owens nació en Oakville, Alabama, un 12 de septiembre como el de hoy, pero de 1913, siendo el menor de los 10 hijos de Henry Cleveland Owens y Mary Emma Fitzgerald. Cuando tenía nueve años se mudaron a Cleveland, Ohio en búsqueda de un mejor futuro durante la Gran Migración Negra, cuando un millón y medio de afroamericanos huyeron de la segregación del sur del país. Al iniciar su etapa escolar en esta ciudad, su profesor le preguntó por su nombre, a lo que el joven respondió J.C., pronunciado en inglés “jay-cee”, pero debido a su fuerte acento sureño el educador le escuchó Jesse, como sería conocido de ahí en adelante.

 

En su adolescencia trabajó en diferentes oficios: repartidor de mercancías, estibador en vagones de carga y ayudante en un taller de reparación de calzado mientras su padre y su hermano trabajaban en una acerería; en esos años también comenzó su interés por las carreras de velocidad.

 

Charles Riley, su entrenador en Preparatoria Fairmont, se ganó su estima, ya que le daba la oportunidad de entrenar antes de iniciar el horario escolar, puesto que trabajaba en el taller de calzado después de clases. Ya en 1933, cuando se encontraba en el Bachillerato East Technical de Cleveland, atrajo la atención del entorno deportivo al igualar el récord mundial de 9.4 segundos en la carrera de 100 yardas y al lograr una marca en el salto de longitud de 7.56 metros durante el campeonato nacional.

 

Jesse asistió a la Universidad de Ohio, donde fue conocido como “La bala”, al lograr ocho títulos durante las pruebas del Campeonato de la NCAA, tres de ellas en 1935 con récord. Sin embargo, debía alojarse fuera del campus junto a otros atletas afroamericanos por los problemas raciales. De hecho, nunca recibió una beca por sus logros deportivos, por lo que continuó trabajando a tiempo parcial para pagarse los estudios.


Llegó 1936, año de los Juegos Olímpicos de Berlín. Con Adolfo Hitler en el poder, se pretendía que el evento demostrara el dominio de los atletas alemanes, pero Owens era favorito por muchos aficionados. Su fama también fue reconocida por Adi Dassler, futuro fundador de la compañía Adidas, quien lo convenció de utilizar los tenis de la empresa Gebrüder Dassler Schuhfabrik, por lo que se convirtió en el primer patrocinador para un atleta negro.

 

El 3 de agosto, Jesse ganó su primera medalla de oro en la carrera de los 100 m con un tiempo de 10.3 s., por delante de su compañero de estudios Ralph Metcalfe por una décima de segundo; al día siguiente, consiguió su segundo triunfo, siendo en el salto de longitud con marca de 8.06 m. El 5 de agosto se adjudicó la carrera de 200 m con 20.7 s., y el 9 de agosto se llevó su cuarta presea dorada en los relevos 4×100 m. La hazaña de las cuatro medallas de oro no sería igualada hasta Los Ángeles 1984, cuando Carl Lewis ganó la misma cantidad en los mismos eventos.

 

Alrededor de Owens y Hitler han circulado varias versiones sobre su posible encuentro durante los juegos. Desde el primer día de actividades, se sabía que El Führer sólo saludaba a los alemanes que habían obtenido medallas, pero antes de la ceremonia de entrega de premios de los 100 m. de atletismo, mientras Jesse se dirigía a una entrevista por televisión, pasó cerca de donde él estaba, intercambiando saludos. Se dice que Hitler estaba muy molesto por los triunfos del afroamericano, ya que cualquiera que tuviera ancestros procedentes de la jungla era un salvaje.


Ya de vuelta en su país, la vida de Owens tendría una serie de altibajos, al grado que el presidente Franklin D. Roosevelt nunca le extendió una invitación a la Casa Blanca tras sus triunfos en Berlín. Se integró en el Partido Republicano, recibiendo dinero para conseguir votos en favor del candidato presidencial Alf Landon para la elección de 1936. Después, las autoridades del atletismo nacional le retiraron su estatus de amateur, lo que acabó con su carrera deportiva.

 

Pese a esta decisión, en 1946 participó en la fundación de la Liga de Béisbol afroamericana del Oeste, además de tener una lavandería y trabajaba en una gasolinera para conseguir dinero extra, pero esto no pudo evitar la bancarrota.

 

Al final, el gobierno lo designó embajador de buena voluntad y, una vez retirado, se convirtió en propietario de caballos de carreras. Jesse Owens murió en Tucson, Arizona, el 31 de marzo de 1980, a causa de un cáncer de pulmón, a causa de haber fumado por más de 30 años.

 

Sus restos se encuentran en el cementerio de Oak Woods en la ciudad de Chicago, a la vez que el dormitorio en el que se alojó durante los Juegos Olímpicos de Berlín fue convertido en un museo con fotografías de sus logros durante la competición.

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