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  • Laura Meléndez

El mundo recuerda hoy a los Refugiados: la mayoría no ven por ellos

Este 20 de junio se supone que el mundo celebra el Dia de los Refugiados… se supone.


Los refugiados se encuentran entre las personas más vulnerables del mundo, y quizás, nunca como ahora después de la Segunda Guerra Mundial.


La Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 y su protocolo de 1967 son los instrumentos legales únicos que amparan la protección internacional de los refugiados. Según sus provisiones, los refugiados merecen como mínimo los mismos estándares de tratamiento que el resto de extranjeros en un país y, en muchos casos, el mismo tratamiento que los nacionales.


La Convención de 1951, define quien es un refugiado, contiene una serie de sus derechos y pone de relieve sus obligaciones hacia el país de acogida. La piedra angular de la Convención es el principio de no devolución. De acuerdo con este principio, un refugiado no debe ser devuelto a un país donde se enfrenta a graves amenazas a su vida o su libertad.


Esta protección no puede reclamarse por los refugiados que están considerados un peligro razonable para la seguridad del país, que hayan sido condenados por un delito particularmente grave o que se consideren un peligro para la comunidad.


Los derechos contenidos en la Convención de 1951 incluyen:

Derecho a no ser expulsado, excepto bajo ciertas condiciones estrictamente definidas;

A no ser castigado por entrada ilegal en el territorio de un Estado contratante;

Al empleo remunerado;

A la vivienda;

A la educación pública;

A la asistencia pública;

A la libertad de religión;

Al acceso a los tribunales;

A la libertad de circulación dentro del territorio,

A emitir documentos de identidad y de viaje.


Algunos derechos básicos, incluido el derecho a ser protegidos contra la devolución, se aplican a todos los refugiados. Un refugiado adquiere el derecho a otros derechos cuanto más tiempo permanezcan en el país anfitrión, derecho basado en el reconocimiento de que cuanto más tiempo permanecen en calidad de refugiados, más derechos necesitan.


Cada minuto, veinticuatro personas lo dejan todo para huir de la guerra, la persecución o el terror. Hay varios tipos de personas desplazadas por la fuerza pero todas tienen algo en común. Conoce las denominaciones de manera más específica.


Refugiados: son la principal prioridad y la ONU se preocupa por ellos en todos los rincones del mundo. ACNUR define a un refugiado a toda persona que debido a fundados temores de ser perseguido por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un determinado grupo social u opiniones políticas, se encuentre fuera del país de su nacionalidad y no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera acogerse a la protección de su país; o que careciendo de nacionalidad y hallándose, a consecuencia de tales acontecimientos fuera del país donde antes tuviera su residencia habitual, no pueda o, a causa de dichos temores no quiera regresar a él.


Solicitantes de Asilo: es quien solicita el reconocimiento de la condición de refugiado y cuya solicitud todavía no ha sido evaluada en forma definitiva. En promedio, alrededor de 1 millón de personas solicitan asilo de forma individual cada año.


Desplazados Internos: no han cruzado las fronteras de sus países para buscar la seguridad. A diferencia de los refugiados, su huida se da dentro de su propio país. Si bien pueden haber huido por razones similares a las de los refugiados, los desplazados internos permanecen bajo la protección de su gobierno, aun en los casos en que el mismo gobierno se convierte en una de las causas de su huida. Como resultado, son de las personas más vulnerables del mundo.


Apátridas: no tienen una nacionalidad y pueden tener dificultades para acceder a derechos humanos básicos. Millones de personas alrededor del mundo se encuentran atrapadas en un limbo jurídico y no son consideradas como nacionales por ningún país afectando el disfrute de sus derechos básicos.


Retornados: también llamados repatriados, son los que consiguen volver a casa, la mejor solución duradera. El regreso a casa concluye un tiempo a menudo traumático en el exilio. Puede pasar meses, años o incluso décadas después de que tuvieran que huir, y en ocasiones no llega a suceder del todo.

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