Tengo 66 años de edad y sigo trabajando.
Pero mientras yo sigo bebiendo y haciendo de las mías, muchos de mis amigos o ya se metieron de mineros o andan chocheando.
Por esa razón me opongo a que se aumente la edad para su jubilación.
A mí ese posible cambio me tiene sin cuidado, ya que desde que me conozco siempre he vivido al margen del presupuesto, si bien alguna vez fui maestro de secundaria y algunos años ejecutivos de una empresa de capacitación. Pero desde 1990, me fui por la vía libre y desde entonces aprendí a sobrevivir en la selva del capitalismo salvaje, sin tener que meterme de político, narco, tratante de blancas, empresario, etcétera. Vivo de hacer libros y alguna vez lo hice de la radio y publicaciones diversas.
Así que no necesito de leyes que me obliguen a seguir trabajando después de mi edad a cambio de una mejoría en mi pensión, porque no tengo pensión, vivo al día sin que me falte nada gracias a mis derechos de autor y seguiré trabajando hasta el fin de mis días por el simple gusto de hacer lo que me gusta y nomás por chingar a mis amigos que ya doblaron el pico o andan pagando la cuenta de sus excesos etílicos.
Por tanto, digo No al aumento de edad para poder jubilarse y disfrutar de una pensión. Por solidaridad con mis amigos en desgracia, así como con la gente que ya merece un descanso, y porque no me chupo el dedo: no se trata de aumentar el tiempo laboral para beneficiar al trabajador, sino de una treta más de los empresarios y del neoliberalismo aun imperante en México para explotar al trabajador hasta el último minuto de su vida.
La esperanza de vida en nuestro país anda entre los 80 y 90 años de edad, pero una realidad es que desde los 60 en adelante la calidad de esa vida va disminuyendo, de modo que entre los 65 y 70 la mayoría de quienes han trabajado duro por un salario sufren ya de algún padecimiento grave y hasta incurable, por lo que sería injusto que siguieran trabajando, cuando ya le dieron mucho a su familia y a éste este, Aunque como en todo, hay quienes siguen giritos y dando guerra ¡después de los noventa!, como mi madre y mi suegra que siguen activas como en sus mejores años.
Me gustaría que quienes apoyan la moción de aumentar la edad laboral y rebasen los 60 años se sometan a estudios de salud y psiquiátricos como los que un imbécil le solicita a AMLO para ver si ellos podrían seguir trabajando plenamente después de los 65, aunque yo pienso que sí, porque quienes viven de la política, son hijos de papi o disfrutan de una gran fortuna a través de negocios ilícitos, la verdad nunca han trabajado.
Finalmente, les comparto un poemita que ustedes pueden tomar como prueba de mi estado de salud física y mental y con base en la cual sigo laborando:
A mis amigos de antaño
No los puedo entender
Andan lejos o chocheando
Mientras yo no dejo de cog…., perdón, ¡beber!
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